Nota editorial: este artículo es un desarrollo y una actualización del documento de estrategia y análisis “Bajo Trump y más allá” que publicamos a fines de 2017 y pretende capturar un panorama de nuestros debates internos y conclusiones durante el año transcurrido. Debido a que estas conversaciones comenzaron en la antesala de nuestra Convención nacional a principios de agosto, no pudimos incorporar algunos de los eventos más recientes, especialmente el análisis feminista desarrollado en la declaración “Kavanaugh y un movimiento feminista que lucha para acabar con el capitalismo” y que hace uso del artículo “Un movimiento feminista para acabar con el capitalismo, parte I (Parte II próximamente disponible). Recomendamos leer dichos artículos además de éste. #PoderDesdeAbajo #CrearPoderPopular
Poder popular en tiempos de reacción: Estrategia para la lucha social
Documento de estrategia y análisis / Análisis de Coyuntura
Preparado por miembros del Comité de Análisis y Estrategia de BRRN y aprobado por los miembros.
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El año pasado, en “Bajo Trump y más allá: poder y contrapoder”, argumentamos que la clase gobernante de EE.UU. está en plena crisis política desestabilizante, la que produce una creciente politización y polarización en todo el país, además de que el régimen de Trump es tanto síntoma como causa de las divisiones actuales que se manifiestan en la cima de la cadena alimenticia política. En respuesta al surgimiento de Trump, notamos que los movimientos sociales, particularmente los impulsados por la “izquierda institucional” (organizaciones sin fines de lucro, sindicatos de empresa, etc.), se han caracterizado por el atrincheramiento, el reformismo militante y un drástico giro hacia la política electoral. En este contexto, destacamos el creciente potencial para avanzar hacia una visión y una estrategia socialista libertaria orientada a las necesidades y deseos del movimiento actual.
En este seguimiento a Bajo Trump y más allá, destacaremos brevemente las expresiones recientes de las tendencias dominantes que caracterizan el actual panorama social, político y económico, y que delinean una orientación estratégica para crear poder popular y movimientos sociales que avanzan hacia el socialismo libertario. Nuestro argumento es simple: debemos pasar de “protestar” a crear poder popular. Definimos el poder popular como la creación de instituciones y organizaciones independientes y pertenecientes a la clase trabajadora para combatir contra la supremacía blanca, el patriarcado y el capitalismo. Ya sea en los lugares de trabajo, vecindarios, prisiones o escuelas, la creación de organizaciones en estos sitios puede ayudar a los movimientos a crear poder y transformar la actual oleada de políticas de derecha. Con un enfoque en la organización, los movimientos no solo pueden ganar reformas significativas, sino también crear un camino hacia una sociedad socialista libertaria.
Poder en la cima
En el terreno de la política internacional, Trump ha representado un gigantesco retroceso para el liderazgo global de EE.UU. En un gran número de áreas estratégicas, como Latinoamérica, el Medio Oriente, África, Europa y Asia, el rol de EE.UU. como líder global en economía, diplomacia y aspectos militares está en declive (aunque aún se mantiene en la cima). Probablemente no hay ningún lugar mejor para evidenciar esto que Europa, donde el liderazgo de EE.UU. en la OTAN y el G7 corre un grave peligro. En ocasiones, esto puede abrir la puerta a movimientos antimilitaristas, como es el caso del proceso de paz en Corea. Pero esto también puede ser peligroso, por ejemplo en Siria, donde Trump ha permitido horrendas atrocidades por parte de Assad y el aliado de EE.UU., Turquía.
En muchas de estas acciones, encontramos que el comportamiento de la administración de Trump es inexplicable. Por ejemplo, en la emergente guerra comercial contra China, Canadá y poderes europeos, la imposición de $34 mil millones en protecciones tarifarias desafía el antiguo consenso de la élite en cuanto a comercio mundial. Con este movimiento, la administración de Trump ha enfurecido a muchos sectores corporativos poderosos de la sociedad estadounidense, que se enfrentan a la posibilidad de perder miles de millones de dólares y han sido explícitos en su oposición a los aranceles comerciales. No queda claro por qué esto no ha sido suficiente para detener esta política, como tampoco han sido claros los motivos que la generaron desde un principio. China aparece como un poder económico que comienza a competir con Estados Unidos, aunque en cuanto a capacidad militar, EE.UU. supera con creces al resto del mundo. Los aranceles podrían ser una forma de contrarrestar el surgimiento económico de China o un movimiento ideológico y racista para los cuales los factores económicos resultan menos significativos. De todas formas, la medida apunta a un liderazgo altamente impredecible e inconformista, y es debido a esto que muchos liberales de la clase dirigente se muestran inflexibles en la necesidad de destituir a Trump.
En el terreno de la política nacional, las posiciones de Trump, independientemente de lo insufribles que sean, principalmente se han mantenido dentro del ámbito de la práctica neoliberal de administración estatal. Continúa revirtiendo el estado del New Deal keynesiano, al igual que Obama y Bush antes que él. La administración ha abandonado numerosas protecciones ambientales, laborales y de derechos civiles. En prioridades presupuestarias, la administración de Trump ha otorgado al Pentágono la prioridad de financiamiento más grande jamás vista, que excede incluso las solicitudes de los organizadores militares de EE.UU., y al mismo tiempo está imponiendo y proponiendo algunos de los recortes en servicios sociales más duros de los últimos tiempos mientras reduce impuestos a los muy ricos. Por ejemplo, los programas básicos del estado del New Deal, como Seguridad Social y Medicaid están bajo una amenaza grave. Mientras tanto, la administración de Trump ha designado una serie de elementos semicriminales que se han visto obligados a renunciar, y algunos como Dinesh D’souza y el Sheriff Joe Arpaio han sido indultados personalmente por el presidente.
Con todo esto, tal parece que la administración de Trump se preocupa muy poco de la función de “legitimación” del estado, lo que es un rol básico del gobierno para desarrollar un apoyo para los centros establecidos de autoridad y capital. En lugar de esto, está fortaleciendo y expandiendo los elementos autoritarios dedicados a la violencia. Los dos mejores ejemplos de esto son la política de detención y separación de familias impuesta por el consejero de Trump, Stephen Miller, y la prohibición musulmana aprobada recientemente por la corte suprema. Estas medidas resultaron ser motivo de gran alarma para la clase dirigente liberal, pero en este caso son fortificaciones de políticas de Obama y otros centristas. Esta falta de legitimación y la corrupción generalizada dentro de su administración podrían llevar a su destitución. Las recientes acusaciones y condenas de ayudantes cercanos a Trump aumentan esta probabilidad. Si estos escándalos avanzan hacia la destitución, será una prueba importante de la resiliencia constitucional de las instituciones liberales de gobierno y será importante observarlos de cerca.
Otra posible alteración en el horizonte es la posibilidad de desestabilización económica y depresión. Mientras que la clase capitalista y el sector corporativo están explotando su riqueza, el resto del país nunca se recuperó de la crisis financiera de 2008. Esta dinámica hace eco de la inequidad económica y las tensiones de la década de 1920 que llevaron al histórico desplome del mercado de 1929 y la consiguiente depresión. Nadie puede predecir el futuro, pero existen señales preocupantes en el horizonte, como la ralentización del mercado inmobiliario y la “reversión” de las tasas de interés de bonos, que podrían significar problemas para las inversiones a largo plazo. Si se produce una recesión o depresión, cambiaría significativamente el escenario organizativo ante nosotros.
El estado del poder popular
Los movimientos sociales han estado desorientados y han respondido de las formas que expusimos en nuestro documento de estrategia Bajo Trump y más allá de 2017. Los movimientos sociales de EE.UU. son comparativamente débiles cuando se examinan desde una perspectiva internacional. Esto significa que los movimientos locales se deben organizar de una forma mucho más básica que los de otros países para desarrollar una capacidad de movilización y empoderamiento. No obstante, con la elección de Trump, los movimientos se han vuelto más cautelosos y han redirigido sus esfuerzos a campañas electorales.
Muchos movimientos se han visto obligados o voluntariamente han optado por una posición defensiva. Esto es especialmente cierto para la “izquierda institucional”: sindicatos, organizaciones sin fines de lucro y todos aquellos con intereses institucionales que proteger y preservar. Los sindicatos en particular han actuado de manera torpe en la respuesta a amenazas existenciales considerables, como el reciente fallo del caso Janus y la declarada ofensiva por parte de grupos empresariales muy grandes y bien financiados. Otras ONG tampoco han sido capaces o no han estado dispuestas a responder al clamor por más activismo y resistencia contra Trump. Por ejemplo, en organizaciones como ACLU, su “membresía ha crecido de 400.000 a 1,84 millones hasta ahora durante el transcurso de la presidencia de Trump. Y mientras normalmente recibe en promedio $3 a $5 millones de dólares cada año, durante estos primeros 15 intensos meses, ha recaudado casi $120 millones de dólares a través de donaciones en línea”. Sin embargo, ese crecimiento para nada se ha traducido en el poder necesario para resistir a Trump y su versión autoritaria de neoliberalismo.
Para tener movimientos sociales más dinámicos, el momento actual refleja un paquete mixto. En 2016 muchos movimientos sociales, entre los que se incluyen el activismo medioambiental, el movimiento BLM y otros, fueron ascendentes. El ímpetu definitivamente ha cambiado en su contra bajo Trump, pero no es el caso de todos los movimientos. Por ejemplo, dos drásticos y potentes movimientos de acción directa emergieron a la sombra de Trump, el movimiento #MeToo y el de estudiantes de Parkland contra la violencia con armas. Ambos muestran la potencia drástica de movimientos de acción directa que alborotan masas y se concentran en el poder. Para #MeToo, varios hombres poderosos, muchos de ellos empleadores, han visto el fin de su carrera producto de campañas en medios sociales contra la agresión sexual y la violencia sexual. Para los estudiantes de Parkland, sus protestas nacionales (la primera oleada de paros escolares y acciones disruptivas, no los pusilánimes esfuerzos apropiados por los Demócratas) obligaron a figuras Republicanas importantes a cambiar su posición acerca de las armas y, en Florida, a promulgar algunas reformas modestas aunque finalmente reaccionarias. Estas son exactamente el tipo de movilizaciones que predijimos como reformismo militante, ya que la oposición popular traspasa las fronteras institucionales y fuerza un cambio legislativo y social dentro de límites liberales muy estrechos.
Estos esfuerzos también han desviado rápidamente sus formas de protesta más militantes y disruptivas hacia canales electorales, ya sea dentro o fuera del partido Demócrata. Para la izquierda, el mayor fenómeno aquí es el surgimiento de Democratic Socialists of America (Socialistas Democráticos de Estados Unidos), una organización política que actualmente registra una base de 50.000 miembros y que afecta significativamente a la estrategia y la dirección de los movimientos, ya que lleva a las personas a esfuerzos electorales. Su mayor victoria fue la reciente victoria primaria y exitosa elección de Alexandria Ocasio Cortez en Queens, New York, quien derrotó a un arraigado Demócrata de turno y obtuvo un escaño en la Cámara de Representantes. También existen esfuerzos entre los liberales y elementos progresistas para acrecentar la organización electoral. El ejemplo más notorio en esta área es la iniciativa de la fundadora de BLM y líder del movimiento, Alicia Garza, para desarrollar una base de votantes negros llamada Black Futures Lab, que ya patrocinó a su primera candidata Ilhan Omar, para reemplazar a Keith Ellison en Minnesota. Esperamos ver más de estos giros hacia el electoralismo y los consideramos como un importante retroceso para la estrategia de movimientos sociales por razones que ya hemos explicado en otros artículos.
Sin embargo, el desarrollo más significativo y sorpresivo del año pasado para los movimientos sociales fue el surgimiento de un movimiento militante de profesores sin altos cargos. Este movimiento merece un estudio más detallado por parte de nuestra organización, pero ha obtenido logros imposibles en un periodo muy breve, y los miembros de BRRN han participado activamente de los procesos organizativos. Lo más destacable es que a través de la acción en el lugar de trabajo, huelgas, paros y bajas médicas, los profesores han forzado la obtención de importantes ganancias, como aumentos salariales del 20% y una expansión en los financiamientos estatales para las escuelas, doblándole la mano a algunos de los legisladores y administradores Republicanos más reaccionarios del país. También es sobresaliente que lograron todo esto organizándose tanto dentro como fuera de su dirigencia sindical, ya que en ocasiones la llevaron a la lucha y en otros momentos debieron eludir la dirigencia completamente y votar contra las recomendaciones oficiales de conciliación. Crearon poder por fuera de los canales establecidos, usaron acciones pequeñas para desarrollar huelgas que resultaron significativas y de hecho cerraron sus lugares de trabajo. Otro ejemplo de militancia de trabajadores es el Sindicato de trabajadores de Burgerville, el primer sindicato de comida rápida en Estados Unidos organizado por militantes sin altos cargos. Nuevamente, los miembros de BRRN se mantienen activos aquí y su enfoque saca a relucir la fallida estrategia de los grandes sindicatos y ONG. Un aspecto de la organización sin altos cargos que representa una gran victoria para los trabajadores es la confianza que desarrollan al darse cuenta del potencial de su poder y que pueden ganar. Estos desarrollos son un importante avance y un modelo al que deberíamos recurrir al organizarnos.
Un movimiento que merece mencionarse son las profundas y crecientes redes de organización de inmigrantes. Ya sea alrededor de militancia sin altos cargos en el lugar de trabajo o mediante la defensa directa contra las deportaciones, los organizadores están trabajando para fortalecer las comunidades de inmigrantes. La impactante política de separación de familias de Trump se creó sobre políticas de detención de familias de la era de Obama, y pavimentó gran parte de este rechazo popular. Pero nuevamente, las grandes movilizaciones de ONG han cosechado resultados decepcionantes, donde la acción directa en terreno está teniendo un impacto mucho mayor. Un ejemplo que podríamos señalar es la Asamblea Popular en Koreatown (KPA) de Los Angeles, un proyecto que los miembros de BRRN están ayudando a organizar. La KPA ha utilizado tecnología que les permite responder, alertar y movilizar a los miembros de la comunidad rápidamente en respuesta a la actividad de ICE, como redadas y detenciones. En este caso hay una conexión con la reclusión masiva, y nuevamente los miembros de BRRN están involucrados en la organización de la histórica huelga de prisiones de agosto de este año y en la creación de conexiones con inmigrantes detenidos en centros de deportación corporativos. Es a través de estas campañas participativas, de organización en terreno y acción directa, que podemos contrarrestar la oleada de tendencias de derecha de la política estadounidense. Mientras tanto, los esfuerzos ligados a la izquierda institucional fallan en enfrentar adecuadamente este desafío.
Estrategia práctica para crear poder popular
Nuestra visión para crear poder popular tanto para detener el avance de la derecha como para crear un cambio transformativo con el fin de construir la sociedad socialista libertaria se detalla a continuación. Proponemos una estrategia que se enfoque en crear organizaciones e instituciones populares de control de la comunidad. La creación de poder popular pretende desarrollar organizaciones autónomas para personas de la clase trabajadora y administrada por ellas mismas con el objetivo de alcanzar su poder político, en contraposición al poder negociado entre quienes controlan el escenario político del estado y que está dirigido por personal profesionalizado. En cualquier sector, significa que debemos organizarnos; esto implica desarrollar pequeños núcleos de organizadores, participar con movimientos en un contexto de acción directa y escalar dichos proyectos a una participación masiva. Existe pasos adicionales después de esto que resultan necesarios, por ejemplo, crear estructuras organizativas que sean lo suficientemente resilientes y flexibles para permanecer orientadas a las masas conservando una naturaleza combativa, pero por ahora nos enfocaremos en la actividad militante local y cómo crear poder popular.
En los últimos 18 meses, hemos escuchado un creciente llamado a que los movimientos sociales pasen “de las protestas a la política”. Normalmente, esto significa que las demostraciones callejeras de #BlackLivesMatter u organizaciones antifascistas poseen una eficacia limitada y que para hacer cambios duraderos, los activistas deben organizarse en campañas electorales para apoyar políticos progresistas convencionales. En esto, discrepamos en lo fundamental. Si bien compartimos la crítica al activismo y las limitaciones de las movilizaciones, argumentamos que pasar al electoralismo es un retroceso porque no crea el poder independiente que necesitamos para ganar.
En lugar de esto, proponemos que los movimientos sociales desarrollen el tremendo poder de las protestas mediante una organización más profunda y más amplia en distintos sectores sociales. De hecho, BRRN está considerando adoptar una estrategia sectorial como base para nuestro trabajo organizativo. Vemos los sectores sociales como las personas, relaciones sociales e instituciones que definen nuestras vidas y experiencias. Por ejemplo, el trabajo es un sector social muy importante, un lugar donde pasamos la mayor parte de nuestras vidas adultas, donde generamos ganancias para los capitalistas y hemos establecido redes sociales e intereses colectivos. Otros sectores organizativos que hemos identificado son los vecindarios, las prisiones e instituciones carcelarias, y con los estudiantes y la educación. Cada uno de estos sectores es un sitio de poder, y los movimientos pueden pasar de movilizaciones desconectadas a la organización en estos sectores para crear poder popular. También identificamos la necesidad de destacar la naturaleza interseccional e intersectorial de la lucha social y el poder social.
Aspectos básicos de la organización
Para lo que sea que trabaje tu movimiento, crear poder popular significa organizarse. Esto es el proceso de unir a las personas para crear un impacto en los problemas que les preocupan. Nuestro modelo viene de la organización laboral e implica formar un comité organizativo para tomar medidas colectivas. El comité puede ser pequeño, entre tres y veinte personas, pero con un énfasis en la organización y la acción disruptiva, puede tener un gran impacto. Con un comité, los organizadores pueden atraer cada vez más personas hacia la acción política y planificar una campaña de acción directa enfocada contra el poder imperante para obtener concesiones. Con éxito en esta área, dichos proyectos pueden escalar hasta una mayor participación en movilizaciones masivas y acciones directas colectivas, como huelgas, sentadas o desobediencia civil, y una proliferación del modelo.
Esta parte de la organización la llamamos “capas políticas” y estamos considerando adoptarla como un marco estratégico formal. Aquí vemos tres capas de organización de movimientos sociales, desde la capa política hasta la intermedia y la capa masiva. La capa política es la función de los partidos y las organizaciones políticas como BRRN, además de organizaciones que tienen claros principios y objetivos políticos. En el esquema anterior, la organización de un comité se lleva a cabo en la capa intermedia, una clasificación con objetivos o tácticas vagamente compartidos, y un enfoque en desarrollar organizaciones y movimientos en la capa masiva. Encontramos que este desglose ayuda a aclarar y organizar nuestras tareas para apoyar y mantener la organización de movimientos sociales y un cambio transformativo.
Conclusiones
Con el análisis de capas sectoriales y políticas, aún tenemos muchas preguntas persistentes y ha habido un importante debate interno acerca de nuestra adopción de estos marcos estratégicos. Muchas de las preguntas tienen relación con qué quedó fuera, cuáles son las intersecciones con opresión de identidad y social, y cómo podemos usarlas para organizarnos. Por el momento, sostenemos que organizarse dentro de los escenarios de nuestros lugares de trabajo, vecindarios, escuelas y donde nos encarcelan puede ayudar a llevar los movimientos “de las protestas a la política”, pero a una política distinta, no una basada en apoyar a políticos y construir instituciones de capitalismo, supremacía blanca, patriarcado y el statu quo. En lugar de lo anterior, crear poder popular arraigado en sitios de lucha puede ayudarnos a obtener ganancias transformativas y ayudar a cambiar el curso de la historia hacia un futuro más brillante.
Las fracturas en la cima proporcionan oportunidades para crear poder desde abajo. Es nuestro deber aprovechar estas oportunidades e impulsar movimientos para la liberación.
Si estás interesado en más material de análisis, recomendamos el documento Bajo Trump y más allá: Poder y contrapoder. Si estás interesado en más material de “Anarquismo 101”, recomendamos el artículo, “¿Quiénes son los anarquistas y qué es anarquismo?” o el podcast con Mark Bray, autor de Antifa: An Antifascist Handbook y miembro de Black Rose/Rosa Negra, que aparece en Revolutionary Left Radio. ¡No te decepcionará!