Capitalismo

Estamos contra todas las formas de explotación capitalista, ya sean privadas o estatales. Queremos vivir según los ideales de la solidaridad, el apoyo mutuo y la libre asociación en una sociedad sin salarios, sin clases y sin estado. ¡De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad!

El capitalismo es un sistema económico de explotación y opresión de clase.

El capitalismo es principalmente una relación social entre las clases que deben trabajar y las clases que emplean y dirigen. Se trata de una relación que es reproducida en todos los niveles de la sociedad por parte de trabajadores y trabajadoras, administradores, corporaciones y propietarios, tanto dentro del lugar de trabajo como en otros lugares.

Una clase capitalista posee y controla las fábricas, los talleres, los edificios, la tierra y otros recursos vitales. Mediante el control directo de todos los recursos y riquezas de la sociedad, la clase capitalista impone su dictadura sobre nosotros y nosotras. En vez de un acceso libre a los recursos de la sociedad, la gran mayoría de las personas somos forzadas a intercambiarlos por nuestros propios cuerpos—vendemos nuestro tiempo, trabajo, cuerpos y mentes a un precio negociado, un salario, a cambio de una parte de estos recursos. Pero el proceso de trabajar para el capitalista es un proceso de creación de valor, que por lo tanto aumenta su riqueza. Sólo se nos da una pequeña porción del valor que creamos para los capitalistas a cambio del sacrificio de importantes porciones de nuestras vidas. A menudo, esta pequeña porción que recibimos apenas es suficiente para tener acceso a alimento, agua y vivienda. Y de hecho, además de lo necesario para satisfacer sus necesidades, a la clase trabajadora se le priva de los goces de la vida, que sólo se nos ofrecen de manera restringida, a través de formas alienantes y que lucran con nuestro tiempo de ocio. Nuestras vidas y nuestro tiempo son consumidos a nuestro pesar en el ir y venir de los ciclos del capital.

El capitalismo sólo puede sustentarse aumentando la ganancia mediante el aumento de la producción y la extracción de mayor riqueza de las clases oprimidas nacional y globalmente, así como de la Tierra. Esta implacable necesidad de beneficios ha causado que el capital no tome en cuenta la devastación humana y ambiental en busca de ganancias de corto plazo.

Los esfuerzos de los capitalistas para aumentar el control sobre el trabajo, para extraer mayor riqueza así como para expandir el poder del estado, ha llevado a la creación dentro de la economía de varias capas de administradores y profesionales de elite que pueblan las jerarquías de las corporaciones e instituciones del estado. La administración es una herramienta policial y de represión en el lugar de trabajo, acelerando nuestros tiempos laborales y manteniendo los intereses de los dueños como la fuerza motriz del trabajo. Los profesionales de elite que dominan las instituciones sociales son los agentes de la hegemonía de la clase dominante. La subordinación de la clase trabajadora a los capitalistas y sus capas burocráticas de funcionarios es un sistema de explotación porque nos niega el control sobre nuestras vidas y subordina la vida al sinsentido de la pulsión por la ganancia.

En el proceso de construir una clase que sólo pueda sobrevivir mediante la venta de su tiempo y su trabajo, el capitalismo excluyó a otros de la posibilidad de trabajar. Algunas, que son personas tremendamente dominadas, son mantenidas casi en permanente desempleo o tragados por el sistema de prisiones, que son en su mayoría personas de color, mientras que otros, como las dueñas de casa, contribuyen a la riqueza de la sociedad y la reproducción de la fuerza de trabajo sin que se les pague por eso. Junto a la clase trabajadora existen otras clases que han sido expulsadas del trabajo, y alejadas de él por la miseria del capitalismo. Junto a la economía regular, existe una economía gris de trabajadores privados de derechos, que crean productos y los venden en la calle para arreglárselas. Existen ciudades enteras en los Estados Unidos que tienen generaciones completas de trabajadores permanentemente desempleados, descartados por la sed de ganancia y dominación del capitalismo. Incluso dentro de la fuerza de trabajo algunos han logrado escapar del trabajo asalariado, pero siguen experimentando la explotación de su trabajo sin ser empleados. A estas clases las llamamos clases dominadas y explotadas. Hay una unidad natural de estas clases en sus luchas contra el capitalismo y el estado, sin embargo esto no significa que no hayan contradicciones, enemistades o conflictos reales entre las fuerzas de la clase dominada en la sociedad. En última instancia es la clase trabajadora la que tiene la capacidad de crear una sociedad más libre mediante la producción de todos los bienes de la sociedad. Pero junto a la clase trabajadora deberán estar las fuerzas revolucionarias de las clases dominadas devastadas por la alienación y el capitalismo, y unirse tras una clase trabajadora norteamericana crecientemente aislada y desarticulada. La producción globalizada, los ataques contra el poder de la clase trabajadora estadounidense, y los elementos anti-sociales de la clase trabajadora misma han sido una amenaza para un movimiento revolucionario. Nuestro objetivo es luchar sobre la base de evaluaciones estratégicas, rupturas sociales y potenciales revolucionarios, y no solamente a partir de argumentos lógicos basados en estructuras, potenciales y aspiraciones.

Las ideas de la clase dominante se reproducen y transmiten tanto mediante sus instituciones como a través de las relaciones y la perpetuación de dichas ideas dentro de las familias, comunidades y entre individuos. Al mismo tiempo, las luchas, organizaciones y experiencias de los pueblos en cuanto colectividades crean y facilitan ideas que rompen con el pensamiento de la clase dominante. Reconocemos, sin embargo, que junto con pensamientos progresistas e incluso revolucionarios en la clase trabajadora y los pueblos oprimidos, existen y pueden desarrollarse otras ideologías reaccionarias y represivas. La batalla de las ideas no es simplemente entre las ideas de la clase trabajadora y las de la clase dominante, sino un campo abierto y en disputa de conciencia potencial en la que los anarquistas debemos intervenir. Es nuestra meta contribuir a la construcción de una clase unida y consciente que actúe a favor de sus propios intereses a partir del presente de una clase dividida.

Nos organizamos para construir unidad de clase mediante la lucha, y construir un movimiento de clase trabajadora unido para la abolición de todas las clases. Reconocemos que sólo a través de la unidad de las clases dominadas y explotadas contra el capital y el estado será posible la abolición de la explotación y la opresión, para todos y todas. Sólo tendremos éxito a través de la organización de la clase y la lucha común.