Internacionalismo e Imperialismo

El imperialismo es un sistema en el que el estado y las clases dominantes de algunos países usan sus poderes económicos y militares superiores para dominar y explotar a los pueblos y recursos de otros países. Las potencias imperialistas extraen la riqueza de países menos poderosos a través la deuda, la inversión corporativa, la desigualdad en los intercambios y la intervención militar. Y mientras la mayor parte del mundo está nominalmente libre del dominio directo por parte de naciones imperialistas, una buena parte de las mismas relaciones existen como relaciones neo-coloniales que están enmascaradas por el dominio local, como dominación internacional implementada por la burguesía local para su propio beneficio.

Respaldamos las luchas populares contra las expresiones militares, económicas y culturales del imperialismo.

La guerra moderna de hoy, combinada con la ciencia moderna, es utilizada para alcanzar formas de tormento contra la humanidad cada vez peores. Cada vez más, la guerra se libra no sólo sobre los cuerpos, sino también sobre las mentes, corazones y tierras de los pueblos dominados. La tortura, la violación, el genocidio, el envenenamiento y la destrucción de la tierra son el sello de nuestra época. Es sólo mediante la eliminación de la causa que lleva a los países a la agresión imperialista que encontraremos un fin a esta guerra sin límites.

Nuestra lucha es tanto interna como externa. Internamente combatimos los fundamentos de la economía y el estado imperialista que son la base del imperialismo. Externamente, buscamos construir una unidad concreta, mediante la acción y la solidaridad, con movimientos que luchan para acabar con el imperialismo y el capitalismo. En países donde hay pueblos que resisten la invasión o la dominación de las grandes potencias capitalistas, respaldamos los movimientos de esas clases oprimidas, y no los de sus estados locales o elites locales. En estas luchas, no respaldamos a las burguesías o burocracias nacionales en su apuesta por el poder. La historia de las revoluciones que se han llevado a cabo en América Latina, África y el resto del mundo demuestran los peligros y el error vital que implica darle apoyo a estas fuerzas.

Ante situaciones en las que un “movimiento de liberación nacional” se propone expulsar un liderazgo pro-imperialista en un país o combatir una ocupación, respaldamos a los movimientos obreros, campesinos y de otras clases populares en su lucha contra el imperialismo, pero no apoyamos el proyecto estatista de una partido político por la “liberación nacional”. La auto-determinación requiere la autonomía de las organizaciones populares con respecto a la clase dominante y las burocracias partidarias. Cualquier liberación de una región debe basarse en la lucha de clase de las clases populares contra el capitalismo mismo, y no en una recomposición de la clase dominante dentro de una nación territorial.

El imperialismo sólo puede ser derrotado mediante una transformación social y económica en todo el planeta, una que elimine el sistema de estados en competencia y sistemas de explotación de clase. La humanidad necesita desarrollar una nueva forma de asociación mundial que respete la autonomía y las diferencias de todas las comunidades o grupos étnicos a la vez que permita una toma de decisiones democrática, arraigada en instituciones de base, como los congresos de delegados, para resolver los problemas globales.

La existencia de la interdependencia económica y el poder capitalista global implican que el pueblo trabajador necesita desarrollar una solidaridad más allá de las fronteras. Una revolución que pueda liberar a la clase trabajadora de la opresión capitalista debe trascender los límites nacionales.

Desarrollamos y sostenemos relaciones, solidaridad y diálogos internacionales para construir un movimiento revolucionario unido.